Toledo, declarada Patrimonio de la Humanidad, no nos permite elegir entre las fuentes de su cultura y su historia: toda ella es mezcla de tiempos y pobladores, de culturas y religiones, todos los estilos están en sus monumentos, todas las actividades seculares se representan en ella y su visita engrandece el alma, la inteligencia y la cultura. Toledo no deja indiferente y se nos clava en la memoria como el lugar al que volver siempre y que nunca terminaremos de conocer.
Abrazada por el meandro del Tajo, su posición geográfica guarda las causas de su longeva importancia. El hombre siempre encontró en el Torno del Tajo un lugar de privilegio estratégico para asentarse. En alto y rodeada por el foso natural del río, no deja dudas de su emplazamiento defensivo y de vigilancia. Por ello, algunos de los monumentos importantes están relacionados con su estructura militar: el Alcázar, las murallas o el Castillo de San Servando…
Toledo se erige como una ciudad tolerante que entendió ser elegida por distintos pueblos que la habitaron y supo respetar sus pasos, conservando aún hoy huellas importantes que le han otorgado el sobrenombre de Ciudad de las Tres Culturas. Una para obligada son la Mezquita del Cristo de la Luz, la Sinagoga de Santa María La Blanca y la Sinagoga del Tránsito.
En la Catedral de Toledo, una de las maravillas de la ciudad, puedes visitar la Sacristía Mayor, presidida por El Expolio de El Greco, el Tesoro Relicario con la Custodia de Arfe, la Sala Capitular, el Coro y la Capilla Mayor.
Entre sus citas importantes está el Corpus, Fiesta de Interés Turístico Internacional. La ciudad se engalana con adornos y toldos en el recorrido que realiza la procesión con la magnífica Custodia de Arfe. Si tienes ocasión reserva una silla en la Plaza de Zocodover, uno de los lugares donde se respira más emoción con la llegada de la procesión.